Comentarios a algunos versículos de Mateo relativos a San José
Mt 1,16.18-21.24 (San José, hombre justo)
Escrito por Mario Morales
19.03.2006
(16) Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. El pasaje de hoy une el último versículo de la genealogía davídica con el relato de la aparición del ángel a José. La genealogía pretende presentarnos que el Mesías debería de descender de David. Por lo tanto, José es el vínculo que unió a Jesús con la descendencia de David, y así pudo Jesús reivindicar el título mesiánico “Hijo de David” anunciado por la Escritura.
(18) La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.
“Desposada”. Entre José (o sus padres) y lo padres de María se había formalizado el “contrato escrito de matrimonio”. La “ceremonia del Matrimonio” se consideraba celebrada entre los judíos cuando el novio llevaba a la novia a su casa; esto es lo que quiere decir “estar juntos” (1,18) y “tomar” (1,20.24). La falta de castidad prematrimonial (es decir, la relación sexual durante el tiempo intermedio entre desposorio y casamiento) en estas circunstancias no se consideraba pecado serio, ni tampoco se consideraba adulterio en el pleno sentido de la palabra. Más aún, en caso de que naciese un hijo en ese tiempo intermedio, era considerado por la Ley como hijo legítimo.
“Por obra del Espíritu Santo”. Esto es, por virtud y operación milagrosa y sobrenatural del Espíritu Santo. La concepción del Verbo, aunque común a todas tres divinas Personas, se atribuye especialmente al Espíritu Santo; porque así como se atribuye al Padre el poder, y al Hijo la sabiduría, del mismo modo se atribuyen al Espíritu Santo las obras de caridad y de santidad; y entre éstas la principal y la mayor fue la Encarnación del Verbo Eterno. (19) Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.
“Justo”. José es llamado así por su deseo de observar la Ley. Esta rectitud se unía al propósito de no denunciar a su esposa; ya que podía rescindir el acuerdo mediante la firma de una declaración en presencia de testigos, pero sin exponer en público las razones.
La Ley de Moisés en caso de infidelidad, preveía dos soluciones: la denuncia pública, y por consiguiente lapidación (Dt 22,13-21 «Si un hombre se casa con una mujer, y después de llegarse a ella, le cobra aversión, (14) le atribuye acciones torpes y la difama públicamente diciendo: «Me he casado con esta mujer y, al llegarme a ella, no la he encontrado virgen,» (15) el padre de la joven y su madre tomarán las pruebas de su virginidad y las descubrirán ante los ancianos de la ciudad, a la puerta. (16) El padre de la joven dirá a los ancianos: «Yo di mi hija por esposa a este hombre; él le ha cobrado aversión, (17) y ahora le achaca acciones torpes diciendo: “No he encontrado virgen a tu hija.” Sin embargo, aquí tenéis las señales de la virginidad de mi hija», y levantarán el paño ante los ancianos de la ciudad. (18) Los ancianos de aquella ciudad tomarán a ese hombre, le castigarán, (19) y le pondrán una multa de cien monedas de plata, que entregarán al padre de la joven, por haber difamado públicamente a una virgen de Israel. El la recibirá por mujer, y no podrá repudiarla en toda su vida. (20) Pero si resulta que es verdad, si no aparecen en la joven las pruebas de la virginidad, (21) sacarán a la joven a la puerta de la casa de su padre, y los hombres de su ciudad la apedrearán hasta que muera, por haber cometido una infamia en Israel prostituyéndose en casa de su padre. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti».); o la separación en privado (Dt 24,1 «Si un hombre toma una mujer y se casa con ella, y resulta que esta mujer no halla gracia a sus ojos, porque descubre en ella algo que le desagrada, le redactará un libelo de repudio, se lo pondrá en su mano y la despedirá de su casa».) José sin dejar de ser obediente a la Ley, elige la segunda.
(20) Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo».
“El Ángel del Señor”. Una figura de mensajero, como en el AT (por ejemplo, Gen 16:10 Y dijo el Ángel de Yahveh: «Multiplicaré de tal modo tu descendencia, que por su gran multitud no podrá contarse.» o Jue 13,3-4 -anuncio del nacimiento de Sansón- «El ángel de Yahveh se apareció a esta mujer y le dijo: «Bien sabes que eres estéril y que no has tenido hijos, (4) pero concebirás y darás a luz un hijo. En adelante guárdate de beber vino ni bebida fermentada y no comas nada impuro»).
“No temas” La duda de José no fue acerca de la culpabilidad o inocencia de María, sino el papel que él personalmente tenía que jugar en todo aquello.
(21) «Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
“Le pondrás por nombre”. El ángel le aclara, deberá poner nombre al niño, es decir, deberá ser su padre legal (era el padre quien imponía el nombre) y entonces, conociendo su papel en aquel matrimonio, cesa su turbación, desconcierto o duda.
“Jesús”. La forma griega «Iesous», representa la aramea «Yeshua» y la hebrea «Yehoshua». Según una etimología popular, el nombre significa “Yahvé es salvación”; este niño será un agente de salvación, pero el pueblo será salvado de sus pecados, no de los enemigos externos ni de los peligros de la naturaza. Con la aparición de Jesús, ha sido superada la separación entre Dios y el hombre.
(24) «Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer». La figura de José en esta escena es importante. Aparece como modelo de justo obediente a la Ley de Moisés y a las insinuaciones de Dios, y es probable que la comunidad de Mateo viera representados en él a los judíos que había acogido el evangelio.
San José no fue un hombre afligido por sospechas dolorosas, sino el hombre fiel que ante la acción de Dios, se retira respetuoso (no queriendo estropear los planes de Dios), pero al mismo tiempo muy atento, para saber el camino que en la propia vida ha de tomar.
Esta quizá sea la principal lección que podamos aprender de la actitud de José. Sobre todo, al partir del supuesto que, con mucha frecuencia los caminos del Señor no son nuestros caminos.
El Señor, nos habla a través de todos los sucesos que constituyen la trama de nuestro vivir. Lo que hace falta es ponernos sinceramente en situación de dejarnos interpelar; interpelar por el prójimo o por los acontecimientos que serían nuestro ángel del Señor al que hay que escuchar. Necesitamos pues, mantener un silencio expectante, descubriendo ¿que quiere el Señor? ¿Qué caminos debo tomar? y evitar imponer a los demás soluciones prefabricadas, cargadas de intereses egoístas.
Ojo con la actitud soberbia e impositiva, pues, es contraria totalmente a la actitud de San José, hombre sencillo y siempre disponible.
Última modificación ( 19.03.2006 )
Tomado de:
www.diocesistoluca.org.mx/noticias/index.php?option=com_content&task=view&id=788&Itemid=26
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