Quinto centenario de la pascua de un apóstol de San José
Grandes devotos Josefinos. Hernando de Talavera (1430-1507)
San José contó con apóstoles, devotos y entusiastas desde tiempos relativamente antiguos, es decir, desde antes de la gran publicista del Santo que fuera Santa Teresa de Jesús. Es cierto que fueron voces aisladas las suyas, pero, por ello mismo, hay que valorarlas más, por haber sido como los precursores de la devoción, del culto, de la teología josefinos. Trataremos pronto de uno de aquellos propagandistas de San José, del francés tan prestigioso como fue Juan Gerson a principios del siglo XV. Hoy nos fijamos en otro, español éste de finales del mismo siglo y comienzos del XVI: Fray Hernando de Talavera.
Fray Hernando nació en Talavera de la Reina hacia 1430. Tuvo una formación privilegiada en la Universidad de Salamanca en la cual fue catedrático. No tardó en optar por la vida religiosa por la orden de los jerónimos, entrando en el monasterio que tenían en Alba de Tormes. Pronto fue elegido como prior de otro monasterio más importante el de la Virgen del Prado de Valladolid. Allí lo conocieron los Reyes Católicos y lo quisieron para su confesor, tanto de Isabel como de Fernando. Ser confesor de reyes entonces suponía tener mucho poder, como lo tuvo fray Hernando, que sería obispo de Ávila que estaría presente como protagonista en la reconquista de Granada (enero de 1492), ciudad de la que fue su primer arzobispo. Como tal tuvo que organizar la vida cristiana, nueva después de tantos siglos de haber sido musulmán el reino de Granada. Allí murió en mayo de 1507 (estamos en el quinto centenario).
Es un personaje que fascina por su bondad, por su comprensión con los mudéjares (moros de Granada Islamistas, no convertidos) y con los moriscos (musulmanes bautizados) hacia los que tuvo siempre política y comportamientos llenos de cristiana tolerancia.
Y, a lo que íbamos, fue un devoto entusiasta de San José. El arzobispo de Granada sabía que la imprenta era un instrumento estupendo para difundir la doctrina, el evangelio y las devociones. Él fue un escritor delicioso. Y estaba preocupado por hacer llegar libros que merecieran la pena. Uno que la merecía era una vida de Cristo que años atrás había escrito en valenciano Francisco de Ximénez. Con mucho trabajo y muchos dispendios la tradujo e imprimió en castellano hermosísimo fray Hernando de Talavera, que alababa el que allí, además de la de Cristo se incluyera la vida de Nuestra Señora y “la del muy santo José su esposo”.
Muchas de las cosas que dice de San José son de fray Hernando, no del original valenciano. Y llama la atención el cariño con el que trata a San José, que dice, murió a los 85 años, poco antes de la pasión de Jesús. Es emocionante el tono en el que exalta el amor que hubo entre José, su hijo Jesús y la esposa María, “que le amó más perfectamente y virtuosamente que ninguna mujer puede amar a su marido”. Un resumen de todo se contiene en las palabras que pone en boca de Jesús: “José, esposo y marido de la gloriosa ha tenido gracias y privilegios que jamás otro hombre tuvo, por las cuales merece grande honor todos los tiempos y que de él y de su gran santidad sea hecha especial memoria”.
San José tardó en entrar en las celebraciones litúrgicas, en tener una fiesta propia, y ciertamente no la tenían en tiempos de fray Hernando de Talavera, jerónimo, y, por lo mismo, muy entregado a la liturgia. En granada, donde tenía potestad para hacerlo, componía los oficios, las misas con la letra y la música. Fueron muy conocidos y famosos los oficios solemnes que hizo para celebrar entonces y en lo sucesivo solemnidades nuevas, modernas, como era el Oficio de la dedicación de Granada (todavía se representa hoy día), y además de alguno de la Virgen, como dice el primero que escribió la vida del arzobispo, hizo, “el Oficio del Glorioso San José, su esposo, de quien era tan devoto”. Es una lástima que no hayamos podido dar todavía con esta joya litúrgica y literaria, que sería de lo primero escrito sobre San José en España.
Sigue diciendo el autor de su vida para probar la devoción de Fray Hernando de San José, “que la tercera iglesia principal que en Granada se hizo y en lugar más señalado, que es la Alcazaba, fue dedicada en honor de San José, donde iba muchas veces el prelado y el cabildo con todo el pueblo, y aún en procesión, aunque estaba harto lejos de la Iglesia Mayor”.
Hay que acentuar que estos gestos por tanto como significan. Granada era una cristiandad moderna, y por ello mismo fue la primera en dedicar una parroquia a San José, algo que hizo en la fecha precoz de 1501. Durante años, de parroquia sirvió el edificio de la mezquita de los morabitos (ermitaños) musulmanes en el Albaicín. Porque en 1525 se construyó nueva iglesia, en ella se estableció una activa cofradía de carpinteros de San José, y ahí, en Granada, en la calle del Santo (Bajada de San José) pervive la parroquia que hace tanto tiempo dedicara a su santo predilecto fray Hernando de Talavera. Pero una iglesia que conserva de aquel tiempo el minarete tan hermoso, tan esbelto, y un aljibe para las abluciones de los musulmanes que lo construyeron.
Hay que acentuar que estos gestos por tanto como significan. Granada era una cristiandad moderna, y por ello mismo fue la primera en dedicar una parroquia a San José, algo que hizo en la fecha precoz de 1501. Durante años, de parroquia sirvió el edificio de la mezquita de los morabitos (ermitaños) musulmanes en el Albaicín. Porque en 1525 se construyó nueva iglesia, en ella se estableció una activa cofradía de carpinteros de San José, y ahí, en Granada, en la calle del Santo (Bajada de San José) pervive la parroquia que hace tanto tiempo dedicara a su santo predilecto fray Hernando de Talavera. Pero una iglesia que conserva de aquel tiempo el minarete tan hermoso, tan esbelto, y un aljibe para las abluciones de los musulmanes que lo construyeron.
Teófanes Egido
Tomado de: El Mensajero de San José, Marzo-Abril 2007, pp. 8-9.
Etiquetas: Centro Josefino Español, El Mensajero de San José, San José Diario Digital
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