San José

Diario digital del Centro Josefino de Chile

02 julio 2008

PARA QUE NUESTROS PROYECTOS LLEGUEN A BUEN TÉRMINO



Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia y fundadora de la Orden de los Carmelitas Descalzos, era muy devota de San José y trataba de convencer a todos que también lo fueran. Lo recomendaba no por que había leído mucho sobre el santo, sino por la experiencia que tenía de su protección. San José siempre le ayudó en sus labores y en los proyectos que se proponía para Dios.

Santa Teresa profesó como monja Carmelita a los 19 años y ya desde entonces manifestaba un gran amor a este santo. Cuando tenía unos 35 años Dios la llamó ha renovar la Orden de los Carmelitas, pues la vida de los monasterios se había relajado un poco. Así que decide construir nuevos conventos con una regla más estricta.

En este gran proyecto santa Teresa siempre sintió que San José era quien realizaba la obra. De hecho lo consideró como el verdadero fundador de los nuevos monasterios que construía. Por esta razón cuando inauguraba un nuevo monasterio siempre llegaba a este con una imagen del Santo. Además colocaba sobre la entrada del mismo la imagen de San José junto a la de María.

De hecho el primer monasterio que construyó, erigido oficialmente el 24 de agosto de 1562, lo llamó “Monasterio del señor San José”, pues el mismo San José le había ayudado en su construcción.




Cuenta la santa que estaba preocupada pues no tenia dinero para contratar los constructores. Tampoco sabía donde buscarlo. Y entonces se le apareció San José. Ella escribe en Libro de la Vida que, en esa ocasión, el santo “me dio a entender que no me faltarían, que los concertase; y así lo hice”. Parece que Dios le proveyó de tal forma que, según decía ella, muchos se admiraban de cómo le había ayudado.

Contaba Ana de Jesús una hermana carmelita descalza, que ella acompañó a Santa Teresa a un pueblo llamado Beas para la fundación del Convento de San José del Salvador. Durante el viaje se perdieron en un lugar de riscos y precipicios. Santa Teresa pidió a las hermanas que oran a Dios y pidieran a San José su intersección. De pronto vieron a un hombre que las llamaba. Este les indicaba que por ese camino se iban a desbarrancar y les indicó por donde salir. Por cierto este nuevo atajo era intransitable para las carretas que llevaban. Sin embargo, milagrosamente, se vieron en un sendero llano y seguro. Las hermanas quisieron buscar al hombre para agradecerle y al no encontrarlo Santa Teresa comprendió que había sido San José.

No cabe duda que la santa tenía razón al encomendarle todos sus trabajos y proyectos a San José. Sería una buena idea que hiciéramos lo mismo, ¿no les parece? Aprendamos el secreto que Santa Teresa aprendió y confiemos al padre de Jesús los proyectos y trabajos. Nuestra labor pastoral sería fortalecida si tuviéramos a San José como aliado.

También podríamos pedirle que interceda por esa reparación que urge en la casa o por la compra de aquello que parece que nos hace falta. Él pediría a Jesús su hijo para que nos ayudara en esa entrevista de trabajo o en aquel negocio nuevo. Al igual que a santa Teresa el nos auxiliaría para no equivocarnos en nuestros caminos y decisiones.

Sí Santa Teresa de Jesús nos hablara hoy de seguro nos diría:


-“Pídanle a San José que interceda para que tengan la sabiduría de Dios y puedan encontrar su voluntad en todo. Pídanle a José que interceda ante Jesús que nunca deja de oír al que fue su papá en la tierra”.


Por eso digamos juntos “San José bendito tú has sido el árbol elegido por Dios no para dar fruto, sino para dar sombra. Sombra protectora de María, tu esposa; sombra de Jesús, que te llamó Padre y al que te entregaste del todo. Que tu ejemplo de hombre justo y bueno me acompañe en todo momento para saber florecer allí donde la voluntad de Dios me ha plantado. Te pido San José que intercedas por mi necesidad… Amén.
Francisco Arturo Rodríguez Solis, m.j.


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