San José

Diario digital del Centro Josefino de Chile

06 enero 2006

María y José nos dan siempre a Jesús


SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS
1 DE ENERO DE 2006

Iniciamos el año hermanos en la fe, con una escena en la que aparece una familia, José, María y El Niño Jesús, como si la Iglesia presentara ante nuestros ojos el modelo a seguir en tiempos en que la familia, inventada por Dios desde el principio como célula básica de la sociedad, es tan vilipendiada, desprestigiada y en la práctica, confundida con cualesquiera otras formas de convivencia. Nunca en la historia se habían tergiversado tanto los valores; hay quienes cuidan mas los animalitos que a la gente, prevalece la ecología sobre la población; se gasta más en suprimir vidas que en promoverlas, conservarlas, respetarlas. Hay mejores cementerios para perros que para hombres. Pocos jóvenes quieren en serio formar una familia con las características que El Señor quiere en cada matrimonio, es decir como monógamo, fiel y fecundo.

Los pastores llegaron deprisa después del anuncio y empezaron por contar las cosas como sucedieron: que se apareció primero un ángel, después muchos, que uno habló dando las pistas claras, todos cantaron después alabando a Dios; que les indicaron las señales: Un pesebre, unos pañales; que luego los ángeles desaparecieron y ellos se animaron unos a otros para ir a Belén y buscar el recién nacido. Hablaron a todos de Aquel Niño; ahí empezó la misión como un preámbulo de lo que se inauguraría 30 años más tarde: Jesús es nuestro, dijeron, Jesús es de todos, Jesús es de cada uno; -los pastores se dieron cuenta que Aquel recién nacido, el Mesías de Dios, era de María y José pero también de ellos, porque las palabras del ángel eran inequívocas; Hoy les ha nacido en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo Señor.

A Jesús, hermanos, lo encontramos en el inicio y en el fin de su vida con su Madre; hoy lo presenta a los pastores, después a los magos de oriente, ella lo presentará también en el Templo y Ella y San José le impondrán el nombre de Jesús; y al fin con Ella al pie de la Cruz, El Señor entregará su alma al Padre.

Una enseñanza lógica que se desprende de la palabra de hoy es que María conservaba todas estas realidades meditándolas en su corazón. Meditar no es sólo pensar sino considerar, profundizar en una verdad, reflexionar en el corazón aplicando la inteligencia, rumiando los acontecimientos afectivamente.

El inicio del año 2006 lo hacemos de la mano de Santa María y de San José que no podemos disociarlo de ella; son los que mejor y más conocen y aman a Jesús y nos pueden enseñar a tratarlo como quienes se saben el camino.

Jesús no es inaccesible; María y José lo acercan a nosotros; siempre lo dan. Lo quieren para que sea con todos el Emmanuel o Dios cercano. María en la iconografía cristiana, en cuadros, estatuas, vitrales y estampas aparece con el niño en brazos. Siempre lo muestra a los demás; lo da porque el siempre es un regalo para cada persona. La diferencia de María con las demás madres es que ellas engendran, dan a luz y alimentan a sus hijos para que vivan, pero María lo engendró, lo dio a luz y lo alimentó para darlo siempre e ir preparándolo para el sacrificio.
Después de encontrarse con Jesús, los pastores se volvieron alegres a sus campos, a su trabajo, a su vida ordinaria; pero glorificaban a Dios y hablaban de aquel niño a todos cuantos se encontraban.

¡Que lección nos entregan en su sencillez! Hablan de aquel niño de quien saben, por parte de Dios, que es el Salvador. ¡Hablan de Jesús porque lo llevan en su corazón!

El Jesús que nos han mostrado la Escritura y la Iglesia, es amable y humilde; delicado y exigente; sociable, respetuoso de cada persona y prudente; el Jesús que nos muestra el Evangelio es maestro y servidor; se hace encontradizo e insistente cuando desea acercarse a un alma para hacerle bien: - toca la llaga pero para curarla. Y María se nos muestra como la que nos guía para hacer lo que Jesús quiere; es previsora, constante, humilde y discreta; agradecida, atenta y acomedida; es amiga de todos, fuerte y perseverante; es dulce y comprensiva. Cuánto podemos aprender de Santa Maria Madre, porque su enseñanza no se clausura con el ultimo versículo de Apocalipsis sino que su oficio de madre se prolonga en el tiempo. Ahora desde el cielo donde reina con su Hijo se interesa por nosotros, porque siendo nosotros la Iglesia, somos la prolongación de Jesús y cuerpo suyo, y por eso hijos de ella. Digamos con San Bernardo: - “si te agobian las tempestades, si temes la fuerza de los vientos adversos, si dudas en el mar de la vida, mira la estrella, contempla a María”. .

Mons. Juan José Hinojosa Vela
Párroco del Santuario y Parroquia de Nuestra Señora de Fátima.

Tomada de: http://www.santuariofatima.org.mx/mensaje.htm


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