La providencia de Dios y el amor paterno de San José

El cuadro-misterio de Clot-Bey. Cuando los acontecimientos son providenciales no faltan las sorpresas.

Gianfranco Verri csj

En la vida de algunos santos se topa en ocasiones con hechos prodigiosos que encuentran explicación sólo en su gran fe. Se piense en la llegada, humanamente imprevisible, de carros de pan o de otras provisiones necesarias para alimentar a huérfanos, hospitalizados, enfermos como sucede muchas veces en el Cotolengo de Turín. Desconocida la proveniencia, ignorado el benefactor, vana la búsqueda del que envía. Un caso singular de este género aconteció hace 130 años en Egipto, en el Cairo, más exactamente en Clot-Bey. Aquí la Beata María Caterina Troiani, fundadora de las Misioneras Franciscanas del Corazón Inmaculado de María, había construido junto a la Casa Madre de la Congregación una iglesia nueva dedicada a San José en 1875. Entre obras murales, altares, decoraciones varias habían agotado las reservas de dinero obtenido de varios benefactores.

Para completar la obra hizo falta el retablo del altar. Debía representar a San José, siendo el titular, más bien, para ser exacto, el Tránsito del Santo. ¿Qué hacer? Era necesario pedirla a Italia; ¿Pero a quién? ¿y dónde pedir el dinero? No había que pagar más que con la fe en espera de alguna solución de lo alto. San José tenía en reserva una sorpresa estupefaciente, más allá de toda expectativa humana.

“Un día –relata un biógrafo de Troiani- fue descargada una gran caja junto a la portería de San José; bien embalada, estaba dirigida a las terciarias franciscanas del Cairo. La Madre María Caterina, no habiendo hecho algún pedido queda sorprendida, y con ella toda la comunidad. Ninguna por esto se arriesgó a abrir la caja; más bien se hicieron investigaciones para establecer quien la expedía y si hubiera sido un error. Pero no se logró saber exactamente nada. Finalmente de decidió examinar el contenido, y fue abierta. Maravillosa sorpresa: contenía un bellísimo cuadro de tela, polícromo de 155 por 210 cm comprendido el marco de 16 cm., reproducía el tránsito de san José. Toda la escena se desarrolla en una habitación que se ilumina por una gran ventana... San José yace sin vida. Tiene las manos puestas en su vientre, los hombros levantados y la cabeza dulcemente reclinada sobre las rodillas de su Jesús.

Su rostro divino triste, y bastante reclinado... Jesús sostiene con la mano izquierda la cabeza de san José, mientras con la derecha lo bendice. María está de rodillas junto a su esposo, vestida de rojo con manto celeste, lo mira amorosamente con la cabeza ligeramente inclinada y el rostro difuso de serena tristeza. Este cuadro apagaba en pleno el deseo de la Madre María Catalina y de sus hermanas. Sin embargo no estando todavía cierta de ser la destinataria, no osó que lo colocaran en la iglesia... Se dejó pasar todavía un poco más de tiempo. Nadie reclamó el cuadro. Entonces fue colocado sobre el altar mayor, mientras con la oración se daba gracias al oculto y generoso donante el cual, escondiéndose, hacía más agradable a Dios su don”.

No, entonces, víveres necesarios al sustento, o vestidos, o otras provisiones indispensables, sino un cuadro, para la iglesia, para la oración, para la vida espiritual de las hermanas y de las morenitas egipcias allí acogidas y educadas. Es esta doble gratuidad que hace aún más precioso el don. Ciertamente la fe vivísima de la Madre Troiani y su filial y apasionada devoción a san José pudieron haber obtenido tal gracia.

En efecto permanece hasta ahora ignorado –no el autor que es Josef Kessler– sino el donante y como haya llegado al conocimiento del deseo de la Beata, que, como se ha destacado, ha estado tan perfectamente satisfecho.

El volumen del que he tomado estas informaciones es: Gerardo Lentini - Caterina Troiani “En tu voluntad Señor” - Ciudad Nueva – Roma 1986.

Tomado de: Vita Giuseppina (Vida Josefina), febrero de 2006, pp. 48-49.

Tradución del italiano: cenjosch