San José

Diario digital del Centro Josefino de Chile

05 marzo 2006

Benedicto XVI presenta a San José como estímulo para la vida sacerdotal




(Foto tomada de L'Osservatore Romano edición de lengua española del 3 de marzo de 2006)





Visita al Pontificio Seminario Romano Mayor con ocasión de la Virgen de la Confianza.


Discurso de su santidad Benedicto XVI

Sábado, 25 de febrero de 2006

¡Queridos hermanos en el episcopado
y en el presbiterado,
queridos seminaristas,
hermanos y hermanas!

Es, con gran placer, que esta tarde me encuentro entre ustedes, en el Seminario Romano Mayor, en una ocasión tan singular como es la fiesta de su Patrona, la Virgen de la Confianza. Los saludo a todos con afecto y les agradezco por haberme acogido tan cálidamente. Saludo en modo especial al Cardenal Vicario y a los obispos presentes; saludo al Rector, Mons. Juan Tani, y le agradezco por las palabras que me ha dirigido a nombre de los otros sacerdotes y de todos los seminaristas, a los cuales extiendo con gusto mi saludo. Saludo, también, a los jóvenes y a cuantos de las diversas parroquias de Roma han venido a pasar junto con nosotros este momento de alegría.

Esperaba desde hace tiempo la ocasión para venir en persona a hacerles una visita a ustedes, que forman la comunidad del Seminario, uno de los lugares más importantes de la Diócesis. En Roma existen más seminarios, pero este es, en sentido propio, el Seminario diocesano, como refiere también su colocación aquí en Letrán, al lado de la Catedral de San Juan, la Catedral de Roma. Por esto, siguiendo una querida tradición del amado Papa Juan Pablo II, aproveché la fiesta de hoy para encontrarme con ustedes aquí, donde rezan, estudian y viven en fraternidad, preparándose al futuro ministerio pastoral.

Es verdaderamente muy significativo que la Virgen María, Madre de los sacerdotes, sea venerada por nosotros con el título singular de Virgen de la confianza. Esto hace pensar en un doble significado: a la fe de los Seminaristas, que con su ayuda cumplen su camino de respuesta a Cristo que los ha amado; y a la fe de la Iglesia de Roma, y especialmente de su Obispo, que invoca la protección de María, Madre de toda vocación, sobre este vivero sacerdotal. Es con su ayuda que ustedes, queridos seminaristas, se pueden preparar hoy a su misión de presbíteros al servicio de la Iglesia. Cuando, hace poco, me puse en oración delante de la venerada imagen de la Virgen de la Confianza, en la capilla de ustedes, que representa el corazón del seminario, pedí por cada uno de ustedes. Repensaba, en tanto, a los muchos seminaristas que han pasado por el Seminario Romano y que después han servido con amor a la Iglesia de Cristo –pienso, entre otros, a Don Andrés Santoro, asesinado recientemente en Turquía mientras oraba. Y así he invocado a la Madre del Redentor para que les obtenga el don de la santidad. Pueda el Espíritu Santo, que ha plasmado el Corazón sacerdotal de Jesús en el seno de la Virgen y después en la Casa de Nazaret, obrar en ustedes con su gracia preparándolos a las futuras tareas que les serán encomendadas.

Es igualmente bello y apropiado que, junto a la Virgen Madre de la Confianza, hoy veneremos en modo especial a su esposo, San José, en el cual Mons. Marco Frisina se ha inspirado, en este año, para su Oratorio. Le agradezco que por su delicadeza, haya escogido honrar a mi santo Patrón, y lo felicito por esta composición, mientras agradezco de corazón a los solistas, los coristas, el organista y todos los miembros de la Orquesta. Este oratorio significativamente titulado “Sombra del Padre”, me da la posibilidad para subrayar como el ejemplo de san José, “hombre justo”, dice el Evangelista, plenamente responsable delante de Dios y delante de María, constituya para todos un estímulo en el camino hacia el sacerdocio. Él se nos presenta siempre atento a la voz del Señor, que guía los eventos de la historia y pronto a seguir las indicaciones; siempre fiel, generoso y destacado en el servicio; maestro eficaz de oración y de trabajo en lo oculto de Nazaret. Les puedo asegurar, queridos seminaristas, que entre más avancen, con la gracia de Dios en el camino del sacerdocio, más experimentarán cuanto es rico de frutos espirituales es hacer referencia a San José e invocar su ayuda en el desempeño cotidiano del propio deber.

Queridos seminaristas, acojan mi deseo más cordial para el presente y para el futuro. Lo pongo en las manos de María santísima, Virgen de la Confianza. Aquellos que se forman en el Seminario Mayor Romano aprenden a repetir la bella invocación “Madre mía, confianza mía”, que mi venerado Predecesor Benedicto XV definió como su fórmula distintiva. Pido para que estas palabras se impriman en el corazón de cada uno de ustedes, y los acompañen siempre durante su vida y su ministerio sacerdotal. Así podrán difundir, en torno a ustedes, donde quiera que estén, el perfume de la confianza en María, que es la fe en el amor providente y fiel de Dios. Yo les aseguro que cada día estarán presentes en mi oración, ya que constituyen la esperanza de la Iglesia de Roma. Y ahora con alegría a ustedes y a todos los presentes, como también a sus familiares y a cuantos les están cercanos en el camino hacia el sacerdocio, imparto de corazón la Bendición Apostólica.

Benedicto XVI

Tomado de:

Traducción del italiano: Cenjosch


Click here to get your own player.

..Visitas desde el 29ago2007..