San José

Diario digital del Centro Josefino de Chile

11 mayo 2006

Reflexión del Obispo de Sigüenza- Guadalajara para San José Obrero

1º de Mayo: Fiesta del Trabajo. San José Obrero

Queridos diocesanos:

Comienza el mes de mayo, especialmente dedicado por la devoción popular a honrar a la Virgen María, con la Fiesta del Trabajo y de San José Obrero, el mismo día primero del mes.

Fue instituida esta fiesta en 1889 en conmemoración de los trabajadores muertos en Chicago en una manifestación de miles de trabajadores, que reivindicaban la semana laboral de 48 horas en el año 1886.

La Iglesia, por medio del Papa Pío XII quiso hacerse presente instituyendo la fiesta de San José Obrero en el mismo 1 de Mayo de 1955, poniendo a los trabajadores y al mundo de las relaciones laborarles bajo el patrocinio de San José, del que nos dice el Evangelio que fue un trabajador artesano.

Además de la celebración religiosa y de la oración por los trabajadores y por el mundo de las relaciones laborales en justicia y solidaridad, la Iglesia quiere dar a conocer su rica doctrina sobre el trabajo y los trabajadores y exhortar a tenerla en cuenta por parte de todas las personas e instituciones relacionadas con el trabajo.

Fundamenta la Iglesia su doctrina sobre el trabajo, especialmente desde la Encíclica Rerum Novarum de León XIII en la Sagrada Escritura, desde el Génesis, según el cual, Dios Creador manda al hombre y a la mujer crecer, multiplicarse y someter la tierra. Sobre todo, hay una referencia a Jesús de Nazaret, que fue conocido como el “Carpintero” o “Artesano”, “el hijo del Artesano”, San José. Por otra parte, lo que sabemos de Jesús por los Evangelios y demás escritos del Nuevo Testamento es que trabajó y se fatigó en la tarea que vino a realizar de proclamar el Evangelio y que pasó haciendo el bien. Por su parte, San Pablo nos dice en una de sus cartas que “el que no trabaja que no coma”, porque se había enterado que había algunos en la comunidad “ocupados en no hacer nada” (2 Tes 3, 10-11)

El centro de la Doctrina Social de la Iglesia sobre el trabajo lo ocupa la persona que trabaja, más que el mismo factor trabajo, tanto si se trata del trabajo manual o artesanal, como si se refiere al trabajo industrial o de las más modernas tecnologías. Efectivamente, “el primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo, su sujeto”, se nos dice en la Encíclica Laborem exercens (L.E.), (“El hombre trabajador”) del Papa Juan Pablo II. Es el hombre o la mujer quienes trabajan, quienes, de este modo, cumplen el mandado divino del Génesis de dominar la tierra y hacerla producir sus frutos. Por el trabajo la persona humana se desarrolla, se dignifica y adquiere los recursos necesarios para su digno sustento y el de su familia, para la educación de sus hijos y contribuye a aumentar los recursos de la sociedad como servicio al bien común y a la solidaridad.

No se mide el valor del trabajo por la cantidad o categoría del producto que genera, sino porque es una persona humana quien lo ejerce. De ahí que no se pueda aceptar la división entre trabajos más o menos dignos por el sólo hecho de la calificación exigida para los mismos.

La Iglesia pone también de manifiesto en su doctrina sobre el trabajo, que en la relación medios de producción y factor humano, es éste el primero, pues aun en el factor medios de producción es o ha sido el trabajo de quienes los han programado y ordenado a la producción el factor principal. De ningún modo puede reducirse la persona que trabaja a mera mercancía o instrumento en la producción. El trabajador o la trabajadora son los protagonistas y los medios de producción los instrumentos.

De ahí que, antes que nada, en las relaciones laborales han de garantizarse los derechos fundamentales del trabajador, como son el mismo derecho al trabajo, el salario digno para el trabajador y su familia, el subsidio de desempleo y de accidentes, la vivienda digna, la atención sanitaria, el derecho a la educación de los hijos y los derivados de la maternidad y de la jubilación etc.
Termino con una cita de la Encíclica Laborem Exercens, que dice “La Iglesia considera deber suyo recordar siempre la dignidad y los derechos de los hombres del trabajo, denunciar las situaciones en las que se violan dichos derecho y contribuir a orientar estos cambios para que se realice un auténtico progreso del hombre y de la sociedad” (L.E. 1)

Os saluda y bendice vuestro Obispo,
+ José Sánchez González

Tomado de:
www.revistaecclesia.com/index.php?option=com_content&task=view&id=5378&Itemid=62


Click here to get your own player.

..Visitas desde el 29ago2007..