San José

Diario digital del Centro Josefino de Chile

10 junio 2006

Meditación josefina de un mártir

Esta es una de las ocho meditaciones del libro del padre Héctor Cunial de la Congregación de San José. El padre fue violentamente asesinado en Albania el 8 de octubre de 2001. El padre Héctor se dedicaba a la recuperación de jóvenes. Fue asesinado por un joven que había ayudado de manera especial.

Agradecemos de corazón al padre Luis Fernández de Eriba, Josefino de Murialdo, el habernos enviado este valioso material josefino.

V Meditación: EL HOMBRE DEL SILENCIO.

a.- Un silencio en donde todo es custodiado y conservado.
b.- Un silencio en donde cada cosa se pone en marcha.
c.- Un silencio en donde cada cosa puede alcanzar su plenitud.

a.- Un silencio en donde todo es custodiado y conservado.

De nada debemos dolernos en la vida, cuanto de no haber callado bastante. Antes que el mundo recibiera como don al artesano de Nazareth, no se hablaba tan seguido del valor positivo del silencio. Y hoy también, cada vez que se toca este problema en campo ascético, o en campo psicológico, también con problemáticas contrastantes, reaflora, silenciosa y sonriente, la amable figura de nuestro santo; casi para decir: de un determinado problema, se puede decir de todo y el contrario de todo, hasta que no intervenga una persona capaz, en sí misma de una síntesis superior a todo contraste. Es así que el silencio entró como programa.

La mayoría de las veces elegimos el silencio para no mentir, para no “revelar las cosas nuestras”, para poner paz. Nunca había sucedido antes de san José, que uno eligiera un sistema de vida, proyectada sobre los aspectos positivos del silencio.

Mirándolo bien, cada verdad teológica y cada misterio divino –y son tantos- (Inserción de Dios en la historia romana y hebraica, Encarnación del Salvador, nacimiento de Jesús, virginidad de María, descendencia davídica, elección de la humildad y pobreza, el misterio del dolor en la elección de la salvación, etc) tuvieron, en el silencio de san José, la mejor ayuda para su crecimiento.

A menudo se nos escapa, a lo mejor, el hecho que el crecimiento de una persona o de una verdad puede ser falseada o resistida por las múltiples reacciones a nuestras palabras. Es probable que los maestros del espíritu tuvieran presente esta realidad, cuando sugerían de custodiar en el silencio los dones de Dios; así ellos crecían y daban fruto, ajenos a toda interpretación o ilación. Pero lo más hermoso es que Dios, en este silencio, Jesús bendito, la Virgen Santísima pudieran contar como presupuesto.

¡Cuántas cosas, si hubieran hablado, habrían creado alegría y paz! ¡Sin embargo… el silencio! Un silencio no para enriquecerse a sí mismo, sino para enriquecer a otros.

b.- Un silencio en donde cada cosa se pone en marcha.

San José es un hombre que calla, no porque no tenga nada que decir, sino que tiene demasiadas cosas que comunicar. Sucede a menudo que la plenitud de los afectos, nos quita la palabra. Intentamos el razonamiento: si san José hubiera hablado sólo de la relación de Jesús y de María…de lo que se confiaban, de sus juegos, de sus afectuosidades, de sus silencios y preocupaciones, de los juicios de los hombres y el mundo…de las agradables “intrusiones”, no registradas, de Dios en su vida, hubieran hablado de la Virginidad de maría, de sus predilecciones. Frente a cosas entregadas en abundancia, nosotros estamos acostumbrados a preguntarnos ¿a qué sirve todo esto? Era suficiente una tercera parte! Así las maravillas de la creación nos parecen un derroche. Olvidamos que la verdadera grandeza es el don. Descubrirlo es la alegría de quien lo busca. La grandeza de Dios es mucho mayor de lo que “sirve” a nosotros, es el don desinteresado del corazón grande de Dios.

El silencio de Nazareth es el control de la futura Iglesia: las capacidades como don, la autoridad como servicio, el vivir juntos como comunión, las personas como mediaciones sacramentales.

Cada corazón desarrolla sus relaciones sin interferencias. Los hombres se preparan a recibir al Mesías en manera diferenciada: en la oración, los más delicados: en la disponibilidad del corazón, los más cercanos a Dios; en la búsqueda de la paz, de parte del imperio romano. Probablemente, eco de resonancias hebraicas, Virgilio escribe para el hijo de Asinio Polión, lo que, en las expectativas, estaba dirigido al Mesías. El Señor, luego, reúne las varias voces y las varias filas, une los corazones y los llena de gozo. Pensemos sólo al modelo de paternidad que de Dios por medio de José, será transmitido a toda la Iglesia. El modelo de maternidad y virginidad que dé la Sagrada Familia será un ejemplo para el Pueblo de Dios y todos los consagrados; la nueva concepción del trabajo, la teología de la pobreza, la fe como vida, la vida como comunión con el Padre Celestial. La interpretación de la esclavitud, de las guerras de conquista, de las dominaciones, como ridículos aspectos de una vida equivocada; la humildad como ley de crecimiento.

Hay que pensar que el silencio de san José estaba cargado de bondad; pensaba bien de todas las cosas y de todos los seres.

Esta “soledad” interior era también una necesidad física, para escuchar cada voz de bien; él estaba al servicio del plan de Dios, a favor de todas las criaturas. Una sola seña, en cualquier dirección habría podido provocar una reacción de proporciones, mística o histérica, como la de Herodes en ocasión del nacimiento de Jesús.

Yo pienso que se insiste demasiado sobre la limitada capacidad cognoscitiva y decisional de nuestro santo… El Espíritu Santo viene a iluminar, no a esconder. El silencio del Santo era querido, buscado, proyectado y defendido, era fruto de verdadera virtud.

c.- Un silencio en donde cada cosa puede alcanzar su plenitud.

Un silencio que lleva cada cosa a la perfección. Las palabras que encontramos en el Evangelio, no son suficientes para justificar plenamente la misión del Esposo de la Virgen; él realizó más cosas con relación a cuanto nos ha sido comunicado por los Evangelios mismos.

La realidad es que el Señor quiso, por intermedio de él, no sólo sembrar sino también perfeccionar. No sé si se han fijado lo que sucede en la vida de los santos. Ellos acumularon una cantidad enorme de intuiciones sobre Dios; luego las llevaron a la práctica, los que siguieron, definiendo dichas intuiciones con el nombre de carisma, se preocuparon de reunirlas y de contar…contar o querer determinar lo que vino antes y lo que vendrá después; cuando no quieran imitar las gallinas que comen cada granito, sin preguntarse nada.

Para san José, no todo sucedió así. Lo que el Señor le confió, lo llevó todo a la perfección. La virginidad de María, es el máximo modelo que podamos imaginar; así la manifestación de un tipo de paternidad de Dios; así una modalidad de vida familiar; así una manera de vivir en la fe los acontecimientos humanos. Frente a cada aspecto de existencia que Dios podía confiarle, nuestro santo se preguntaba: “¿De qué manera, Señor?”

El silencio era el genio de un artesano, aplicado a las cosas de Dios.

Intentemos recoger todos los seres en nuestras manos y considerarlos don personal de Dios entregados a cada uno de nosotros. ¡Qué alegría y deseo tendríamos nosotros que todas estas cosas, y estos dones y personas llegaran a la perfección!

Esto nos sugiere nuestro Santo a nosotros que a través de Murialdo, nos ha comunicado su árbol genealógico.


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