San José

Diario digital del Centro Josefino de Chile

01 enero 2007

Jesús, María y José prototipo de toda familia cristiana


Angelus. Plaza de San Pedro, Domingo 31 de diciembre de 2006

Queridos hermanos y hermanas

En este último domingo del año celebremos la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. Con alegría dirijo un saludo a todas las familias del mundo, deseando a ellas la paz y el amor que Jesús nos ha dado, viniendo entre nosotros en la Navidad. En el Evangelio no encontramos discursos sobre la familia, sino un acontecimiento que vale más que toda palabra: Dios ha querido nacer, y crecer en una familia humana. De esta manera la ha consagrado como camino primero y ordinario de su encuentro con la humanidad. En la vida transcurrida en Nazaret, Jesús ha honrado a la Virgen María y al justo José, quedando sometido a su autoridad para todo el tiempo de su infancia y adolescencia (Cfr. Lucas 2, 51-52). De este modo ha iluminado el valor primario de la familia en la educación de la persona. Por María y José Jesús ha sido introducido en la comunidad religiosa, frecuentando la sinagoga de Nazaret. Con ellos ha aprendido a hacer el peregrinaje a Jerusalén, como narra el pasaje evangélico que la liturgia de hoy propone a nuestra meditación. Cuando tuvo doce años, se quedó en el Templo, y sus padres emplearon bien, tres días, para encontrarlo. Con aquel gesto les hizo comprender que él se debía “ocupar de las cosas de su Padre”, es decir de la misión confiada por Dios (cfr Lucas 2, 41-52).

Este episodio evangélico revela la más auténtica y profunda vocación de la familia: aquella de acompañar a cada uno de sus componente en el camino del descubrimiento de Dios y del designio que Él ha predispuesto a sus cuidados. Él ha conocido toda la belleza de la fe, del amor de Dios y para su ley, como también las exigencias de la justicia, que encuentra pleno cumplimiento del amor (cfr. Romanaos 13, 10). De ellos ha aprendido la justicia, que encuentra pleno cumplimiento en el amor (cfr Romanos 13, 10). De ellos ha aprendido que en primer lugar es preciso hacer la voluntad de Dios, y que el lazo espiritual vale más que aquel de la sangre. La Sagrada Familia de Nazaret es verdaderamente el “prototipo” de toda familia cristiana que, unida en el Sacramento del matrimonio es nutrida de la Palabra y de la Eucaristía, es llamada a realizar la estupenda vocación y misión de ser célula viva no sólo de la sociedad, sino de la Iglesia, signo e instrumento de unidad para todo el género humano.

Invoquemos ahora juntos la protección de María Santísima y de San José por cada familia, especialmente por aquellas en dificultad. Las sostenga para que sepan resistir a las fuerzas disgregadoras de una cierta cultura contemporánea, que mina las bases mismas del instituto familiar. Ayuden las familias cristianas a ser, en cada parte del mundo, imagen viva del amor de Dios.

Benedicto XVI

Tomado de:


Traducción del italiano: Cenjosch


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